Pedro Rodríguez
Ariadna Editorial
48 pág/color/12 €
Ariadna Editorial
48 pág/color/12 €
"-Si supieras cuántas veces te imaginé a mi lado... he tenido el mundo en mis manos, Omar... --... Esa vida no es para mí, Andreas...--Hablas como un pescador de esponjas... te estoy hablando de joyas, oro, mujeres... ¡Poder, Omar!--Bueno... conozco a pescadores de esponjas que son más felices que muchos principes...--¿De qué demonios me hablas? ... la felicidad no existe...-"
Cuando a Edgar Allan Poe le dio por convencernos con The Raven de que, en poesía, la inspiración era una simple cuestión de matemática y de aplicación de reglas, postuló que el tema por excelencia capaz de conmover el corazón humano era el de la muerte de la persona amada.
En su primera obra larga Pedro Rodríguez prueba suerte con una variante del mencionado motivo argumental con no menos capacidad apelativa que éste, puesto que en Jinn-el-Rais se nos habla del desencuentro con la persona amiga. Ese/a amigo/a de nuestra infancia con el cual nos llegamos a sentir como unidos a fuego. De quien el tiempo y las circunstancias nos separaron. Recuerdo de cuya amistad conservamos como preciado tesoro que testifica la posibilidad de que aún exista algo bello e incólume en este mundo… que con los años se nos ha vuelto más sórdido, menos prometedor. Posibilidad y recuerdo que se nos hace añicos cuando, del reencuentro con esa persona, deviene el más gran desencuentro. ¿O tal vez no?
Todo esto nos explica Pedro Rodríguez a través de una historia de aventuras. De piratas, picaros mercantes y marineros mediterráneos del siglo XVII a la búsqueda de una isla fantasma, que se amaga en las Canarias, protegiendo el secreto de la eterna juventud. De la eterna inocencia. La eterna pureza. Es pues, éste, un relato que se lee con agrado y sencillez. Puesto que los personajes están cargados de encanto y el devenir narrativo es ágil y dinámico, gracias al abundante uso de elipsis argumentales. Pedro Rodríguez usa las coordenadas de las historias de piratas, en las que nos sitúa, como atractivo señuelo a la vez que como atajo narrativo. De esta manera los lugares comunes de este subgénero de aventuras se apuntan, se sugieren, pero ya no se muestran. Se pasa por su lado, rozándolos, en una especie de viaje que avanza en paralelo a la típica algarabía pirata. Porque lo que le interesa transmitir a Pedro Rodríguez no es propiamente el desglose detallado de los acontecimientos, sino lo que viven los protagonistas a partir de ellos. Su viaje interior.
El dibujo, agradable y expresivo, nos embelesa y nos adentra en la enjundia del relato, consiguiendo que nos agraden sus protagonistas principales desde su primera aparición. Generando en nosotros una simpatía hacia ellos cercana al afecto que anima su amistad. Esa amistad que nace, se pierde, se añora, se desengaña y se reencuentra. Por eso, cuando la historia acaba, el niño que habita en nosotros no puede evitarse una sonrisa.
Encontraréis en La Carcel de Papel y también en Comix, Xastriño Comics y Comic-Via una muestra de las primeras páginas del álbum, así como un teaser muy atractivo.
1 comentario:
MUCHAS GRACIAS CABALLERO!!
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